martes, 16 de abril de 2013

Ayer escribí una canción.
Empezaba con un acorde nuevo, que se llama "ganas de verte". Empecé a componer nota por nota, beso por beso.
"Me imaginé tu oído a 3 milímetros de mi boca, y tu corazón pegado a mi pecho, mientras sentía cada palpito tuyo y hacías tocar tu cuello en mi boca.
Tus dedos entre mis dedos. Tu cintura será mi guitarra, y nuestros besos el ritmo musical de mi canción.
Tus suspiros harán de instrumento de viento y mis dedos en tu espalda harán un violín en silencio.
Los pájaros sentirán envidia de esta música tan bonita, y serán esclavos del aire al volar con sus alas al ritmo de mi melodía."

Mientras componía esta canción quise creer que la sentías, y que te mueres de ganas por escuchar mi voz cantando palabra por palabra, frase por frase.

Por favor, que no me comparen...

Que tu espalda es mil veces mejor que el tacto de las cuerdas de un violín. Que tu cintura y tus caderas son las curvas más bonitas que he visto nunca, sin pensar en que a todo el mundo le encantan las curvas de una guitarra. No hay mejor sonido para mis oídos que no sean los suspiros que salen de tu boca, ni hay mejor silencio que el que cuando nos quedamos sin palabras. Ni hay mejor lenguaje que las palabras que nos decimos con las miradas sin hacer ningún gesto con la boca.

Esta es mi música, mi armonía, mis notas.

Y es que no hay nada cómo verte y dejar volar la imaginación.

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